Isabeletta

Un pequeño cuentecillo...


El país de Aquí Te Las Den Todas

Érase una vez un reino llamado El país de Aquí Te Las Den Todas. En él vivían muchos súbditos y, se sentían todos por igual, pero claro, había un personaje, porque en todos los cuentos hay muchos que, quería destacar porque se encontraba desplazada al igual que la Cenicienta, pero en este caso, lejos de ser una persona humildey de buenos sentimientos, era maléfica; tenía más caras que un icosaedro, pero en su caso no eran todas iguales, sino todo lo contrario, iba mutando según venía a cuento y en ocasiones, emulaba a la bruja de Blanca Nieves, sí, ésa que con manzanas pretendía deshacerse de la persona que le molestaba, pero como los cuentos también evolucionan, ella, la bruja maléfica, lo hacía por medio de e-mail's, claro que, también estaban envenenados, ¡faltaría más!, éso no puede cambiar.
Se las daba de buena persona, no mentía nunca, no insultaba, no difamaba, -qué va, qué va-, estaba tan atareada que, -no le quedaba tiempo para semejantes tonterías ni chorradas-, además, se afligía de sentirse vigilada sin recordar que, actuaba como Hansel, el hermano de Grettel dejando piedrecitas a su paso que otros podían rastrear y, al no ser migajas de pan, los pajaritos del reino no se las comían.
No era muy dada a las letras, -pero las coloreaba como los príncipes de los cuentos y un vals muy conocido con nombre de río alemán. Gustaba de las matemáticas pues, era aficionada a las ciencias; era fría y calculadora y, le complacía jugar con triángulos, pero no los miraba precisamente desde el ángulo geométrico que digamos, e involucraba a lados que jamás habían pertenecido a ninguno de ellos. Mentía y mentía y su nariz al igual que a Pinocho, le crecía.
Le gustaba viajar con su escoba voladora como la bruja Dora, y entre reinos malear acompañada de hadas que no eran: Fauna, Flora y Primavera, no, no, ésas no, a una la llamaba 'pelo frito', del resto, como le gusta a ella, a la maléfica, decir de algunos, los nombres eran los genuinos.
De uno de los reinos se contaba que, quiso ser La bella durmiente, pero el huso de la rueca no consiguió dormirla por padecer de insomnio perenne, por lo que, continuó volando y volando dando bandazos de reino en reino.
Parece ser que últimamente se la vio planeando por el de los Pitufos y como Pitufina era la única fémina del mismo y, las hadas parlanchinas la habían puesto sobre aviso, -muy presta ella-, contactó con sus discrepantes amigos, el brujo Gargamel y su gato, Azrael para que cumplieran su deseo de saborear una sopa azul, -¡qué gustos más raros, pero bueno, sobre los mismos hay mucho en ciertos escritos…!-, se decía asímisma Pitufina, que leía y releía muchos cuentos.
-No se puede ir dando y malmetiendo tanto por diferentes países sin recibir recompensa alguna a cambio-, decía Pitufina a los súbditos de su reino.
Ya se estaban frotando ambos las manos, el amo y el gato; cuando apareció Peter Pan y los dejó ojipláticos al llevársela junto a su sombra al país de Nunca Jamás. En vista de lo cual, y la rapidez con la que se expandió la buena nueva, -¡Feliz viaje, maléfica, feliz viaje, maléfica!-, se coreó al unísono en los reinos colindantes, en los que volvió a reinar la paz y la alegría y, en el país de Aquí Te Las Den Todas declararon el día como ¡Fiesta Nacional!
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

He estado un instante ausente, en otro lado, aunque a ti te haya parecido bastante tiempo, y debido a ese “pequeño” incidente no he podido dejar algo por aquí para que me leyeras.
Decían, que en la transición de la vida a la muerte se pasaba a través de un largo y oscuro túnel, donde al final se veía una fulgurante luz blanca. Nada más lejos de la realidad, o la irrealidad, según se vea desde uno u otro lado.
Este estado se alcanza, se pasa o se llega a él sin transitar o vagar por túnel alguno, pasillo o corredor, ni oscuro ni claro, ni se inicia viaje alguno ya sea corto o largo. Y digo se alcanza o se llega a este estado porque, tras infinidad de instantes es la meta. Meta final a la cual es difícil de llegar, dado todas las cosas, tanto “buenas” como “malas” que nos retienen, que nos sujetan o aprisionan en “ese”, ahora vuestro lado.
Nadie quiere “pasarse” a este lado. Por mucho que digan algunos que quieran terminar ya ahí, pues su labor ya queda hecha y llegan a hastiarse de la vida de tal manera que quieran venirse aquí. No es verdad. Ni por muy santos que se les considere después -ahí, pues aquí no existe ese término-; ni por mucho que le pidieran a dios –otro término aquí desconocido- que les “llevase con él”, lo desearon de verdad, o realmente, y ni siquiera una sola vez.
Aquí no se llega. Aquí no se pasa. Aquí no se transporta nadie ni por túnel ni pasillo o pasadizo alguno. Sencillamente no se va a ninguna parte, ni se ve larga oscuridad ni se vislumbra resplandor alguno, ya sea blanco rosado o azul.
Cuando se pasa a este…, llamémosle estado, -para que me entiendas, pues aquí tampoco existe este término- no es un tránsito, es como una traslación, tanto o más que la que hace la luz de un planeta al transferírsela a otro, hallándose uno más veloz que ellos en su intermedio -que es un instante- y no como si fuese el efecto de trasladarnos a otro lugar -entonces sí tardaríamos “una eternidad”-, ya que seguimos en ese mismo. O sea: ahí; a tu lado; junto a ti que me estás leyendo ahora. Junto a “todos los seres queridos que hemos dejado ahí”, como junto a los que no hemos querido y deberíamos haberlo hecho, pues de saber que sois, que “somos” uno -omnipresente- lo habríamos hecho.
¿No te ha dado la impresión de que alguien pasaba por delante de ti, de donde te encuentras leyendo? ¿De que alguien o algo, alguna sombra, algo tenue, se moviese en tu entorno? Pues soy yo; somos “nosotros”, para que lo entiendas. Aunque no “somos”, sino que soy único: omnisciente: omniscio: omnipresente: omnipotente.
Esto no lo comprenderás, no lo querrás creer, y creo que ni podrás comprender, como os pasa a todos ahí, en tu entorno, en “tu lado” para que me entiendas, y como me pasaba a mí cuando estaba –cuando era palpable- en tu “situación”.
Esta, por el contrario, que es tan solo un instante para “nosotros”, para “todos” –recuerda que tan solo somos uno- cuando estamos aquí y que es tan larga –toda una vida- para vosotros cuando “estamos” ahí, la comprendemos cuando “llegamos” y la olvidamos –se nos borra- cuando “volvemos” a por otra etapa. Otra cosa sería si recordásemos, si supiésemos lo que pasó y lo que pasará, cuando “llegamos ahí”. ¡Sería aburridísimo entre otras cosas! Por eso, nunca se sabrá.
No, no pienses eso. No estoy ni soy un loco, ni me creo un iluminado, no. Estoy “aquí”, o sea, “ahí”. Estoy a tu lado, te estoy rozando. ¿No lo notas? ¿No me sientes? ¿Es que acaso no has notado en tus oídos la brisa que exhalan mis palabras? Claro que… no puede ser, no soy material como tú, aunque me gustaría que me sintieses tal cual sientes tú, no tal y como “no siento” yo, pues mi estado es muy distinto al tuyo.
Pero no te alarmes. No deseo que “pases” a ser “nosotros”, o que efectúes “la traslación a yo”. Puedes quedar ahí, o sea aquí, donde te encuentras, donde nos encontramos, aunque no me veas ni me sientas.
“El daño que les hagáis a ellos me lo hacéis a mí”, no es en realidad así –ya que la frase la creó quien la creó y para lo que la creó-, pues es más correcto: el daño que les hagáis –“hagamos”- a ellos, nos lo hacemos a nosotros mismos. ¡Pero qué difícil es de comprender esto ahí, en tu “estado”!
Mira a tu alrededor sino: mira hacia atrás, a través de la historia, y conjetura en el futuro. Si la destrucción de vosotros –“notros”- llega a producirse al paso que “llevamos”, no habrá más “instantes de traslación” y sería un desastre para “todos”. Y esto llegará, si los de ahí –“vosotros”- no le ponéis remedio, pues los de aquí –“nosotros” (yo)-, por mucho que queráis, por mucho que imploréis al divino –término que tampoco existe “aquí”-, no se evitará, ya que estamos (estoy) en “momento”, en instante de transición, entre traslación y traslación y no podemos hacer nada, ni en contra ni a favor “vuestro”; o “nuestro”, según en qué “lado” nos encontremos. Y esto, llegado tu “instante”, lo podrás comprobar.
Te dejo, pues mi instante aquí termina en este momento, en que me tengo que trasladar de nuevo. No sé si ahí, contigo, o a otro nivel pues nunca se sabe, al tomar la espiral que nos “traslacionará” donde nos dejará, ya que se rige por el libre albedrío.

Ayyy, que el video kill the radio... digooo, el Me gusta mató al moñaco star
Pues habrá que hacer un homenaje al emoticono desaparecido Eso sí, que Bécquer me perdone por lo que voy a hacer
Volverán las foreras golondrinas
en su hilo sus chistes a colgar,
esta vez el ratón y los pulsos digitales
dirán a cuántos gustarán;
pero aquellos emoticonos gualdas,
de locura y sonrisa, de carcajear,
aquellos de los que aprendimos sus nombres,
ésos... ¡no volverán!
Volverán los tubos de tipos graciosos,
que de risa tus napias harán resonar,
y al ver cada tarde las fotos curiosas,
el botón de "Me gusta" pulsarán;
pero aquellos moñacos limoncillos,
de los que pusiste un centenar
mientras a lágrima viva reías...
ésos... ¡no volverán!
Volverán con humor los parecidos
que harán nuestras mentes imaginar;
y el marcador de votos de su dueño
tal vez se inundará;
pero las hileras de bolas amarillas,
el haha, el roll1 y su revolcar
contándonos que te has reído... desengáñate,
¡no se verán!

He visto un perfil que tiene un -1 y color rojo.